Este lema lo proclamó el barón Pierre de Coubertin en la inauguración de los
primeros Juegos de la
Edad Moderna , en 1896 (Atenas).
El popular lema fue ideado por el dominico fray Henri Didon para el
frontispicio de su colegio de San Alberto Magno de Arcueil. El dominico
era amigo de Coubertin.
Pero, ¿por qué no proclamar también (quid ergo)?: "Tardior, inferior,
debilior", es decir, ¡más lento! ¡Más bajo! ¡Más débil!
Aclaro: Me gustan los Juegos Olímpicos (u Olimpiadas, pues la controversia
etimológica y gramatical alcanza cotas “olímpicas”), su espíritu de sacrificio
y de competición fraternal. En su historia hay victorias pírricas y derrotas
laureadas. Pero, ¿quién pierde? ¿Quién gana?
En Yoga Tibetano enseñamos una serie que se denomina "El Guerrero
Solar", que podemos resumir así: "El Guerrero Solar es aquel que se
vence a sí mismo y ya no necesita luchar ni defenderse de nadie".
Limpiemos el espejo de nuestra consciencia de las falsas ilusiones y vanas
apariencias, de egos destructores y de preconcebidas ideas.
Nuestras vidas son un efímero latido en el pulso eterno del Universo.
No quemes tu precioso tiempo en el fuego inquisidor de la ira, de tratar de
“poner tu ego por delante de otro ego”.
Buda dijo muy sabiamente: “La victoria engendra odio; los vencidos albergan
pena y resentimiento. Aquellos quienes abandonan toda idea de victoria o
derrota, obtendrán la calma y vivirán felices en paz”.
Un competidor olímpico primero debe vencerse a sí mismo. Debe vencer sus “ganas
de vencer”, su ego, su ansia, su apego al “laurel y al podio”.
Por eso no hay diferencia para el Guerrero Solar entre “citius, altius,
fortius” y “tardior, inferior, debilior”, pues ha trascendido todo afán de
posicionarse en un lado o en otro de ambos lemas. “Pierda” o “gane” siempre
habrá “vencido”: a sí mismo, a su ego. En el fondo no hay nadie a quien vencer
o derrotar.
Al practicar la generosidad y la ecuanimidad estás alcanzando los laureles de la Victoria , de la Luz Clara.
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