miércoles, 5 de febrero de 2014

JUEGOS OLÍMPICOS BUDISTAS: "TARDIOR, INFERIOR, DEBILIOR".

 "Citius, altius, fortius", es una loción latina que significa: "¡Más rápido! ¡Más alto! ¡Más fuerte!" 
Este lema lo proclamó el barón Pierre de Coubertin en la inauguración de los primeros Juegos de la Edad Moderna, en 1896 (Atenas).
El popular lema fue ideado por el dominico fray Henri Didon para el frontispicio de su colegio de San Alberto Magno de Arcueil. El dominico era amigo de Coubertin.
Pero, ¿por qué no proclamar también (quid ergo)?: "Tardior, inferior, debilior", es decir, ¡más lento! ¡Más bajo! ¡Más débil!
Aclaro: Me gustan los Juegos Olímpicos (u Olimpiadas, pues la controversia etimológica y gramatical alcanza cotas “olímpicas”), su espíritu de sacrificio y de competición fraternal. En su historia hay victorias pírricas y derrotas laureadas. Pero, ¿quién pierde? ¿Quién gana? 
En Yoga Tibetano enseñamos una serie que se denomina "El Guerrero Solar", que podemos resumir así: "El Guerrero Solar es aquel que se vence a sí mismo y ya no necesita luchar ni defenderse de nadie". 
Limpiemos el espejo de nuestra consciencia de las falsas ilusiones y vanas apariencias, de egos destructores y de preconcebidas ideas. 
Nuestras vidas son un efímero latido en el pulso eterno del Universo. 
No quemes tu precioso tiempo en el fuego inquisidor de la ira, de tratar de “poner tu ego por delante de otro ego”. 
Buda dijo muy sabiamente: “La victoria engendra odio; los vencidos albergan pena y resentimiento. Aquellos quienes abandonan toda idea de victoria o derrota, obtendrán la calma y vivirán felices en paz”. 
Un competidor olímpico primero debe vencerse a sí mismo. Debe vencer sus “ganas de vencer”, su ego, su ansia, su apego al “laurel y al podio”. 
Por eso no hay diferencia para el Guerrero Solar entre “citius, altius, fortius” y “tardior, inferior, debilior”, pues ha trascendido todo afán de posicionarse en un lado o en otro de ambos lemas. “Pierda” o “gane” siempre habrá “vencido”: a sí mismo, a su ego. En el fondo no hay nadie a quien vencer o derrotar. 
Al practicar la generosidad y la ecuanimidad estás alcanzando los laureles de la Victoria, de la Luz Clara.

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