martes, 27 de noviembre de 2012

INTERDEPENDENCIA.


"Imagina una telaraña multidimensional en la mañana temprano, cubierta con gotas de rocío. Y cada gota de rocío contiene el reflejo de todas las otras gotas de rocío. y, en cada gota reflejada, el reflejo de todas las otras gotas de rocío en ese reflejo. Y así hasta el infinito. Esa es la concepción Budista del universo en una imagen." (Alan Watts).

domingo, 18 de noviembre de 2012

"MILIKI: HABÍA UNA VEZ UN HOMBRE...¡QUE ALEGRABA SIEMPRE EL CORAZÓN"!


Se ha ido Emilio AragónMiliki, el hombre que nos enseñó a reconciliarnos con el niño interior. 
Antes le precedió Fofó hace ya muchos años y hace menos Gaby, en aquel Circo de Televisión que por primera vez hizo vibrar de ilusión a los niños (y no tan niños) a través de las grises pantallas catódicas de una sociedad que empezada a despertar de su letargo hipnótico común. 
"Había una vez...¡Un Circo, que alegraba siempre el corazón"! (sic) Sí. Y hubo una vez un hombre-niño que sin expresar "grandes pensamientos" ni "altas filosofías" supo llegar al fondo del corazón de varias generaciones. 
Miliki ha sido el heraldo y la impronta imborrable del camino de los Sabios. La sencillez y la humildad como virtudes indiscutibles. 
Supo provocar la sonrisa espontánea y fresca que brota sin artificios previos ni grandilocuentes. Miliki fue un Maestro Zen que nos supo "reconectar" con la sencillez diáfana de una infancia nunca perdida. A niños y jóvenes. Adultos y ancianos. A todos. Pureza sin "moralismos". Un pasaje directo al Ser. 
Miliki fue (es) un hombre bueno que nunca renunció a su esencia inocente y divina: Al niño real. 
Los que usáis o habéis utilizado alguna vez la palabra "payaso" en sentido despectivo os aconsejo que reviséis vuestro archivo de insultos. Si alguien se dirige alguna vez hacia ti con el adjetivo de "payaso", no lo consideres nunca un insulto y sí un honor inmerecido por tan alta expresión de bondad y dedicación inherentes en su definición, como hasta sus últimos días hizo gala un Payaso y Maestro irrepetible como lo ha sido Miliki. 
Dios estará ahora más alegre contando con su presencia, riendo sus ocurrencias y mirando a través de esa mirada limpia y serena del Hombre-Niño que nos hizo soñar a todos. 
Estamos reflejados todos en él, aunque solo en contadas ocasiones seamos conscientes de ello. 
¡Gracias, Miliki!

miércoles, 7 de noviembre de 2012

BUSCAR LO QUE NOS UNE.


Si dejamos a un lado los apegos a las formas y a las doctrinas podemos encontrar lo que une a las diversas religiones y no lo que las separa. Si leemos con desapego y objetividad diversos textos cristianos o budistas, saltan a la vista y llaman al corazón las similitudes. Hay muchos cristianos “sin cruz”, es decir, ateos o agnósticos que en su comportamiento diario son ejemplo a seguir. ¿Por qué tenemos la manía de resaltar las diferencias y no las similitudes? La verdadera espiritualidad es abrir el corazón y la mente, no cerrarlos ante aquello que no conocemos o no queremos conocer. Si muchos cristianos leyeran las enseñanzas de Buda y los budistas las palabras de Cristo, se abriría una puerta a la verdadera espiritualidad, y todo ello sin renunciar a las creencias de cada uno. Hay un texto zen que define muy bien lo que acabo de decir: 
Un monje budista del maestro Gasan visitó la universidad en Tokio. Cuando regresó, le preguntó al maestro si alguna vez había leído la Biblia cristiana. “No”, respondió Gasan, “por favor léeme algo de ella”. El monje abrió la Biblia en el Sermón de la Montaña y empezó a leer. Después de leer las palabras de Cristo sobre los lirios en el campo, se detuvo. El maestro Gasan permaneció en silencio durante un largo tiempo. “Sí”, dijo finalmente, “quien haya pronunciado estas palabras es un ser iluminado. ¡Lo que acabas de leerme es la esencia de todo lo que he estado tratando de enseñarte aquí!”