Alumnos de Yoga Tibetano |
Muchas veces nos preguntamos acerca del “sentido” o “motivo”
de ciertos actos o comportamientos absurdos y violentos.
Diseccionando esas conductas, emulando a un forense atento e
imparcial, he ido encontrando algunas respuestas que adquieren algún
significado para mi, pero no es mi intención generalizar dichas respuestas,
pues cada uno vive su experiencia.
Hablamos del “bullyng” (acoso escolar), de la violencia
doméstica, las provocaciones pandilleras, el “coding” (neologismo que he creado
para las personas que “no se apartan un ápice ante el encuentro con un
semejante que viene de frente, en calles o supermercados”), los “troll” (dice
acertadamente Wikipedia que “en la jerga de Internet, un troll o
"trol" describe a una persona que publica mensajes provocadores,
irrelevantes o fuera de tema en una comunidad en línea, como un foro de
discusión, sala de chat o blog, con la principal intención de molestar o
provocar una respuesta emocional en los usuarios y lectores, con fines diversos
y de diversión o, de otra manera, alterar la conversación normal en un tema de
discusión, logrando que los mismos usuarios se enfaden y se enfrenten entre
sí”)… y así hasta un extenso muestrario de “lo absurdo”, que invade y vigila
nuestras vidas.
¿Cuál es el razonamiento de esas personas que se escudan
detrás de esas acciones?
¿Cómo piensa y vive sus emociones un acosador, un “troll” o
un gamberro?
Escribo esta entrada tras escuchar a un buen amigo mío que
regresaba a su casa una noche y se encontró cerca de su portal a tres
“aguerridos” y agresivos mozalbetes, con rostros burlones y que sin mediar
palabra le insultaron y provocaron porque no tenían otra cosa con la que matar
el tiempo. Y en el bar de la esquina que frecuenta nadie le “echó una
mano”; además lo miraron con “afligida
pena” y conmiseración. ¡Incluso puede que pensaran que fue un cobarde! Este
hombre, trabajador y excelente persona, es un comprometido voluntario en una
organización laica en la que presta sus servicios asistenciales para integrar a
personas en riesgo de exclusión social y a inmigrantes latinoamericanos… como
los jovenzuelos que le vejaron de forma absurda (que bien podrían haber sido
españoles o de cualquier otro país).
¿Qué enseñanza podemos sacar de todo esto?
Mi buen amigo a punto estuvo de abandonar su labor
voluntaria y solidaria, herido en su dignidad e incomprendido en su
“comunidad”.
¿Respetaríamos mejor quizá a un “Harry El Sucio”, con su
Mágnum 44 apretado con ira en su mano en lugar de la Compasión Infinita
que late en el corazón de un buen hombre desarmado de ego?
El camino del Buda o de Cristo no es fácil de seguir. No
ofrece generalmente gratificaciones inmediatas. Este sendero nos obliga a
sepa
rarnos de los actos y de las personas para evaluarlo todo sin injerencias ni prejuicios, con atención plena.
Las emociones que surgen ante esas situaciones son un motivo
para llegar a conocernos mejor.
Nuestra respuesta ante esos actos “absurdos” va a sembrar
semillas de cizaña o semillas de luz, según sean nuestras reacciones.
Con ello va a germinar y crecer el fruto de la compasión o
un venenoso fruto tóxico, según sea la naturaleza de nuestro comportamiento.
“Cómete” la ira que seguramente temblará dentro de ti y…
respira.
Estás en el Samsara, en el Valle de Lágrimas, en el mundo de
las falsas ilusiones. Este mundo está gobernado por “Mara” (la “medidora”), que
ciega los ojos del provocador y del provocado.
Pero esto no significa que no debas reaccionar ante la
injusticia si te agraden o cierran el paso unos chicos que tienen tras de si
una historia y su propio Calvario personal, probablemente. Ellos están
labrándose su destino, no lo dudes.
Si puedes evítalos, escapa o huye, pues la dignidad no se
mide en disparos, golpes o “violencia justa”.
Es mejor que te consideren un cobarde que una “nodriza” que
alimenta su ira con tu ira.
Si tienes que defenderte no lo hagas con ánimo de venganza,
si puedes.
Los pensamientos, las palabras, las acciones y las emociones
son semillas.
Seamos agricultores de Paz para no tener que ser
recolectores de Guerra.