(Un cuento tradicional español sobre la “inteligencia”)
En una villa un grupo de personas se divertían con el “tonto
del pueblo”, un pobre infeliz de poca inteligencia, que vivía haciendo pequeños
recados y limosnas.
Casi diariamente algunos hombres llamaban al tonto desde
el bar donde se reunían y le ofrecían escoger entre dos monedas: una de tamaño
grande de 40 reales y otra de menor tamaño, pero de 200 reales. Él siempre
cogía la más grande y menos valiosa, lo que era motivo de risas para todos.
Un día, alguien que observaba al grupo divertirse con el
inocente hombre, le llamó aparte y le preguntó si todavía no había dado cuenta
de que la moneda de mayor tamaño valía menos y este le respondió: “Lo sé, no
soy tan tonto, vale cinco veces menos, pero el día que escoja la otra, el juego
acabará y no voy a ganar más mi moneda”.
REFLEXIÓN PERSONAL:
Cuántas veces hemos “seguido el juego” a los que se
consideran “inteligentes” que cegados por su ego se alimentan de nuestra
supuesta ignorancia.
La verdadera inteligencia requiere cultivar la paciencia, la
calma y la ecuanimidad.
No juzguemos a la ligera, porque muchas veces el “tonto”
es el “inteligente”.
Aparentar ser “tonto” (humildad, ingenuidad) es un signo
de verdadera inteligencia, frente al ignorante que pretende ser inteligente
haciendo uso del menosprecio y humillando jactanciosamente al que considera “tonto”.
En este caso los “inteligentes - tontos”
engordan su ego disfrazado de falsa conmiseración y el “tonto -inteligente”
logra subsistir no haciendo gala de la verdadera inteligencia que le ayuda a
sobrevivir.
Pero, ¡ojo! Este es un juego de
dependencias que puede prolongar y reforzar conductas y estereotipos que nos
mantienen en una ceguera mutuamente consentida, pactada en un silencio
consensuado por los “beneficios” que obtienen ambas partes.
El “tonto” debe dejar de hacerse
el “tonto” y el “inteligente” debe dejar de envanecerse con las limitaciones
del “tonto”. Deben romper este círculo
recursivo y enajenado, en beneficio de todos.
3 comentarios:
A veces me siento identificado con el tonto y con el inteligente, nuestra vida bacila entre polos y aprovechamientos.
Gracias por compartir este espacio, yo soy un tonto que no sabe bien a que vino, pero que se interesa por el budismo de manera superficial, ojalá pueda adentrarme mas en este bello mundo porque definitivamente busco el amor y la paz.
El inteligente muestra orgulloso el logro de su mente. El tonto muestra su inocencia por el desapego a la razón. ¿Quién es el verdadero inteligente?
El intelectual muestra con orgullo el alcance de su mente. El tonto muestra la inocencia del desapego a la razón. ¿Quién es el verdadero inteligente?
Publicar un comentario