
Adiós Ana, querida amiga. O mejor dicho, “hasta pronto”.
Tu muerte me ha cogido por sorpresa, pues a pesar de conocer la gravedad de tu estado de salud nada hacía presagiar el desenlace final.
Gracias por enseñarme tanto sobre la televisión. Cuando me pediste colaborar en un programa con un espacio de salud natural no me lo pensé dos veces. ¡Era como una tertulia entre amigos! Tu, Toñito de Pó… recuerdos imborrables que me acompañarán siempre, apreciada amiga.
Oraré por ti y que mis oraciones te lleguen tan claras como tu voz nos llegaba a todos, que era pura música para el corazón.
Nuestras lágrimas son el mejor tributo, pues hay quien dejó escrito que son la forma que utiliza el alma para unir a los seres, sin distinción de razas, naciones ni colores.
Todo es impermanente y nada desaparece. Que tu mente serena, que ahora más allá del dolor, encuentre la Luz Clara y prosiga su viaje hasta la Unidad.
¡Un beso sin distancias!