El concepto tibetano de “merito” poco tiene que ver con lo
que conocemos en occidente, centrado más en los logros del “yo”.
En el yoga tibetano se entiende el mérito como “potencial positivo”, es decir, lo que
surge como consecuencia de ser, sentir, actuar y compartir de forma
constructiva por y para los demás, pero sin olvidarse de uno mismo.
Desde el punto de vista budista, la felicidad es el
resultado de los potenciales positivos que hemos ido desarrollando por
análisis, práctica y comprensión.
El budismo y el yoga dejan bien claro que nuestra naturaleza
búdica está ahí, ya contamos con un inmanente “potencial positivo de méritos”:
Es nuestro “capital bancario espiritual infinito”.
El acto de “dedicar los méritos” que obtuvimos durante una
clase o práctica yóguica, meditativa, laica o profana en nuestra vida diaria,
conlleva una intención simple pero poderosa en su fondo: “Que todos los seres
sean felices”.
Con la dedicatoria de méritos lo que promovemos es vivir y
“mover” la experiencia en nuestro ser para aliviar el sufrimiento de los demás
y encender luminarias de compasión en el corazón puro (“dorjé”) de todos los
seres, a la vez que lo hacemos en nosotros, pues… no hay separación.
En nuestra Escuela de Yoga Tibetano (Jamyang Yoga) recitamos
las siguientes afirmaciones de “méritos” y la “intención auspiciosa” al final
de cada práctica de yoga o de meditación. Son el “mudra” (sello espiritual) de
nuestro entrenamiento final.
Mi maestro Tulku Tsering me lo enseñó hace más de treinta
años:
GRACIAS POR ESTAR AQUÍ
GRACIAS POR APRENDER Y PRACTICAR
GRACIAS A QUE LO APRENDIDO Y PRACTICADO SEA EN BENEFICIO DE
MI MISMO, PERO SOBRE TODO Y POR ENCIMA DE TODO QUE SEA COMPARTIDO EN BENEFICIO
DE TODOS LOS SERES SINTIENTES.
ME COMPROMETO DESDE ESTA CLASE A LA SIGUIENTE :
A QUE CON TODO SER SINTIENTE QUE SE ENCUENTRE CONMIGO,
QUE LE VEA O ME VEA,
QUE PIENSE EN MI O PIENSE EN ÉL,
QUE LE HABLE O ME HABLE,
QUE LE TOQUE O ME TOQUE…
QUE SEA LIBERADO DEL SUFRIMIENTO.
TASHÍ DELÉK